-Casi le parecía haber insultado las infinitas posibilidades de la existencia por renunciar durante tanto tiempo al mundo enorme y abierto. La actividad del espíritu, que se abre camino en sentido contrario al de las cosas, llevaba sin duda hasta profundidades sublimes, pero hacía imposible el ejercicio mismo que consiste en ser. Durante demasiado tiempo había renunciado a la felicidad de echar a andar recto, hacia adelante, en la actualidad del momento, dejando el azar convertirse otra vez en su cometido, sin saber dónde dormiría esa noche ni cómo se ganaría el pan ocho días más tarde. El cambio sería un renacimiento. Una libertad total nacía de la partida. -explicó Margarita.
-... y, con ese pensamiento, para él, el universo usurpó de repente las dimensiones ilimitadas de la esperanza -dijo Borges.