24 marzo 2009

ahora...

Yo no sé a qué muestra de la sabiduría popular creerle... Hay una que dice que no hay mal que por bien no venga, pero hay otra que dice que un mal nunca viene solo.
Pues bien, será saturno que se ha alineado con sus oscuros secuaces, o el gato negro que me cruzo cada noche al volver a casa, o un justo regreso kármico de las maldades hechas... esta es una de las peores épocas jamás vividas. Me preguntan ¿cómo estás? y sólo atino a contestar que he tenido épocas mejores.
Cada día parece traer su constelación de dardos venenosos, en formas, tamaños e impactos variados: un fin para un amor, todos esos sueños nacidos y alimentados con la frenética esperanza de un futuro de a dos, todas esas ganas florecidas antes de su estación, todos los esfuerzos por adecuar la realidad a los deseos y acomodar las incomodidades, todas las perspectivas ténuemente dibujadas en la superficie del agua... todo reducido a nada en un instante. Y entonces todo reemplazado con tristeza, con profunda ternura hacia esos pequeños muertos, con olas inciertas que mueve una misteriosa marea interior. Pero los días, con sus paquetes de horas contadas, con la rutina fuerte como una inercia, empiezan a pasar y van trayendo su aterradora praticidad para suplantar las grandes cuestiones existenciales que queríamos plantearnos con la calma de la depresión y la languidez de la soledad...: unos problemas de dinero que parecen respuestas a todo, una sospechosa falta de fe, los asquerosos encantos de la convivencia con desconocidos, unos problemas de salud de algunos familiares no muy cercanos que parecen aparecer gritando que hay cosas más graves, la muerte inminente del padre de alguien, el clima incluso.. todo parece confluir para hacer surgir la justa pregunta sobre un sentido de la existencia, y la pregunta que uno aparta con manotazos mentales para no volverse loco: la existencia... ¿sólo una confusa y vana obligación? ¿una poco graciosa broma del universo hecha de sumas y de restas?
Pero claro, no falta quien, por cariño, o por sacarse de encima la aburridora cuestión de los problemas ajenos, nos diga que habrá épocas mejores, que lo que no me destruye me hace más fuerte, que no hay mal que por bien no venga... aja... y volvemos a lo mismo.
Este fin de semana un loco amigo de otro amigo loco me decía que estaba muy mal porque había cinco planetas nefastos alineados en toda la mitad de su cielo.
Ahora va a ser que, como un mal no viene nunca solo, habrá que esperar un poco más para ver venir el bien que viene con cada mal... pero vamos, cariño, que luego tendrán entonces que venir, puesto que ese es el negocio, siempre que la sabiduría popular tenga palabra y la cumpla, un montón de bienes en pago de los males actuales acumulados y padecidos con toda la seriedad e impotencia del caso. Tendrán que venir, y si no, pues es igual, si total...

15 marzo 2009

02 marzo 2009